Canto (+)

Canto V

Óleo sobre lienzo

120 cm x 80 cm

2018

Canto IV

Óleo sobre lienzo

120 cm x 80 cm

2017

Canto III

Óleo sobre lienzo

120 cm x 80 cm

2018

Canto II

Óleo sobre lienzo

120 cm x 80 cm

2018

Extraños

Óleo sobre lienzo

120 cm x 100  cm

2018

Canto I

Óleo sobre lienzo

120 cm x 80 cm

2018

Manifiesto

Óleo sobre lienzo

60 cm x 40 cm

2018

Contacto

Óleo sobre lienzo

60 cm x 40 cm

2018

A través del cristal

Óleo sobre lienzo, bordado tridimensional

60 cm x 40 cm

2018

Los ojos pueden ser la trampa perfecta si no sabemos mirar. La mirada es la llave de la comunicación entre animales de la misma especie. Trasmiten nuestro miedo, el deseo, la compasión, el odio, la ternura. A través de los ojos establecemos también una directa comunicación con animales de otras especies. Solo mirándonos a los ojos reconocemos quién o qué está realmente frente a nosotros. Ese par de cristalinos son el sentido que nos conecta con la realidad concreta. Los personajes que brotan de la oscuridad en los lienzos de Delfina, nos miran sin delatar su intención, cada uno de sus interlocutores recibirá un golpe de luz o el vacío absoluto de la oscuridad. José Antonio Marina en el libro Anatomía del miedo refiere que “Muchos animales tienen miedo a los ojos, porque son el signo de una vida ajena, de la que no se sabe qué esperar”. Los humanos aprendimos a mentir y asustar con la mirada, escondemos y revelamos nuestras más secretas verdades en los ojos. El proverbio popular dice que “El ojo del amo engorda al ganado” y que “Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación”. Finalmente, Mark Twain nos dice “No puedes depender de tus ojos cuando tu imaginación está fuera de foco”.

 

Es necesario llegar al borde del acantilado para estar conscientes que nos topamos con el final del camino o que, quizás, debamos enfrentar el inicio de la caída. El silencio interior apaga el ruido del mundo. Es entonces el momento para, con la mirada, acariciar el vacío que tenemos bajo los pies, ese vacío que nos llena de amor por la inminente muerte al borde del acantilado. A menudo un hecho extraordinario puede conducirnos hacia los extravagantes cantos o bordes de la vida. Una herida que se cierra tiene un canto; una herida que se abre también tiene un canto. Frente a un lienzo de CANTO, experimentamos la sensación del peligro controlado, como cuando recorremos con la yema de los dedos el borde afilado de un cuchillo de acero; y buscamos extraerle chispas de luz que revistan de magia, la densidad del peligro. Esos destellos de luz son el abracadabra que nos transportan al atractivo misterio que ejercen los bordes afilados, empujándonos a pasar las manos por objetos peligrosos. Con el tiempo aprendimos a encontrar la forma de los objetos en la oscuridad. Nos basta la piel para reconocer aquello que ha desaparecido por el autoritarismo de la oscuridad. Pero nunca sabremos quiénes viven realmente en los lienzos peligrosos de Delfina. Ella toma entre sus dedos la luz como si fuese un pedazo de vidrio roto, para rasgar el tejido terso de la oscuridad que amenaza con digerir por completo a sus personajes, este acto devela únicamente fragmentos de personajes y objetos que insinúan su forma original.

 

CANTO, BORDE, FILO, ESQUINA, ESQUIRLA, ROTO, ASTILLA, RASGAR, CORTAR, MORDER, LACERAR, PUNZAR, URGAR, ASTILLAR, PICAR, CEGAR, QUEMAR, QUEBRAR, TORCER, MOLDEAR, ARMAR, AMAR, CANTAR, TILIN, TILIN, CRACK, TZRACK, TRIL, TICLITLI, TLIN, DLINN, IN, TI. Estas palabras caen de los lienzos de Delfina para ser pronunciadas y despertar al niño, la niña que vive atrapado dentro de nosotros. Este mantra es también la pulsión de muerte que nos visita cada día sin reparo. Este CANTO de pájaro nocturno nos conecta con la eterna danza entre la luz y la oscuridad sobre nuestros sentidos.

 

Braddy Romero Ricalde

Editor